Bases genéticas y moleculares del cáncer / 1a. parte Cancer: molecular and genetic basis
Luis Ferbeyre Binelfa*, Juan Carlos Salinas García**
*Especialista en Oncología, Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, La Habana, Cuba, Cirujano de Cabeza y Cuello, Instituto “Gustave Roussy”, París, Francia, ** Especialista Cirujano Oncólogo, Hospital “Juárez” de México
Resumen
Se realizó una revisión bibliográfica sobre las bases genéticas y moleculares del cáncer. Se conoce que es una enfermedad genética compleja que incluye alteraciones en los genes involucrados en la proliferación, apoptosis, reparación del DNA y envejecimiento celular. La identificación de estos genes y sus productos ha permitido conocer mejor la etiología del cáncer y establecer nuevas estrategias para su diagnóstico, tratamiento y prevención.
Palabras clave. Cáncer, neoplasia, biología molecular
Summary
A review of updated literature concerning cancer genetics and molecular basis was made. It is well established that cancer is a complex genetic disease which includes alterations in genes involved in cell proliferation, apoptosis, DNA repair and cellular aging. The identification of all these genes and its products eventually lead to improve knowledge on cancer aetiology and establish new strategies on diagnosis, treatment and prevention.
Key words. Cancer, neoplasm, molecular biology
Introducción
Hace veinte años el cáncer era considerado una enfermedad maligna de etiología desconocida de carácter invariablemente mortal. Esta concepción fatalista se ha modificado en los últimos dos decenios, gracias a nuevos descubrimientos de la ciencia.
La palabra cáncer es un término genérico que se emplea para designar un grupo de entidades que difieren de forma variable en su histogénesis, morfología, evolución clínica y pronóstico, presentando particularidades morfológicas y biológicas que permiten clasificar e identificar por sepa-rado diferentes lesiones. En esencia tiene comportamiento biológico maligno y presenta diferencias fundamentales con las neoplasias benignas.1 Hoy día, se conocen las diferencias genéticas y su expresión fenotípica entre las lesiones benignas y las malignas donde aparentemente el problema está en el número de mutaciones presentes y en los genes afectados, lo que se denomina “paradigma de las cuatro mutaciones” donde los atributos biológicos de una célula neoplásica, ya sea benigna o maligna (diferenciación y anaplasia, tasa de crecimiento, invasión y metástasis), son mediados por genes mutados.2
Entre la lesión más benigna y la más maligna existe un amplio y disímil espectro de comportamientos biológicos donde los extremos están bien definidos, pero existe una zona intermedia ocupada por lesiones cuya naturaleza es impreci- sa y son llamados en ocasiones tumores de bajo grado de malignidad o lesiones benignas atípicas (borderline). Por último, existen lesiones benignas con tendencia a la malignización cuyos fenómenos a nivel genético se estudian hoy día.3
No existe un límite puntual entre benignidad y malignidad y ambas son muy relativas. Por otra parte, la enfermedad neoplásica debe analizarse como resultado de la interrelación tumor-huésped, ya que así como se dice que “no existen enfermedades sino enfermos” también se puede decir que “el cáncer no existe, sino pacientes enfermos de cáncer”. Otro aspecto importante es la participación de células normales del organismo que modifican el desarrollo de una neopla- sia, como sucede en los tumores hormonodependientes. Hoy día, existe una explicación genética y molecular para muchas alteraciones que con frecuencia confronta el médico en su práctica clínica.
Para el facultativo resulta difícil asimilar la gran plétora de información disponible y la que se publica a diario en temas relacionados con la biología molecular del cáncer. El lenguaje utilizado en la mayoría de los artículos, en ocasiones imposible de descifrar, resulta cada vez más denso y lleno de tecnicismos de laboratorio. La medicina basada en evidencias, da solución parcial al problema del exceso de información científica disponible y en el campo creciente y cambiante de la oncología es la base fundamental del razonamiento médico.
El impacto de las investigaciones preclínicas en cul- tivos de tejidos y animales de experimentación, así como los ensayos clínicos en humanos, van teniendo mayor influencia en las decisiones clínicas del oncólogo, lo que justifica la actualización profesional a fin de perfeccionar y desarro- llar el lenguaje de la biología molecular y genética.
El propósito del presente trabajo es facilitar al clínico un acercamiento a las bases genéticas y moleculares del cán- cer, así como crear un nivel básico de información para el entendimiento de los nuevos métodos biológicos de su trata- miento. Para lograrlo, se realizó una revisión y actualización considerando una nueva definición para el cáncer bajo los conocimientos actuales y, se reflexionó sobre las proyec- ciones futuras de las ciencias básicas en la práctica clínica oncológica.
Material y métodos
Se realizó una búsqueda exhaustiva de información rela- cionada con el tema a través de las bases de datos bio- médicas disponibles en internet, como Medline (http:// www.ncbi.nlm.nih.gov), Medscape (http://www.medscape.com), Imbiomed (http://www.imbiomed.com.mx/) y Free Medical Journals (http://www.freemedicaljournals.com/). Asimismo, se revisaron libros de textos con capítulos afines con la actua- lización así como gran parte del material disponible en el CNIO (Centro Nacional de Información Oncológica) en La Habana, Cuba. Se realizó un resumen actualizado de cada párrafo y se incluyeron publicaciones de revisión a partir del año 2000 y artículos relevantes de valor histórico o de referencia de cualquier fecha. Dada la inmensa cantidad de material dis- ponible sólo se hizo referencia a aquellos con relación directa a los diferentes párrafos o de gran impacto en la in- vestigación del cáncer.
Desarrollo
Carcinogénesis. Existe un equilibrio particular en cada órga- no en lo concerniente a proliferación y muerte celular. A este estado fisiológico se le denomina cinética celular normal y se regula en cada tejido según su función. La ruptura de este equilibrio a favor de la acumulación de células, ya sea por mecanismos genéticos o epigenéticos, es la esencia del origen de las neoplasias. Este proceso durante el cual las mutaciones sucesivas convierten una célula normal en un clon de células neoplásicas se denomina carcinogénesis y su carácter escalonado (multistage) ha sido demostrado en el modelo experimental y epidemiológico.4 El desarrollo de la biología molecular ha permitido descubrimientos espectaculares en el esclarecimiento de los procesos que a nivel genético y molecular provocan cáncer. Se conocen gran cantidad de genes y sus productos, así como las funciones de estas molé- culas en el complejo engranaje intracelular.5
La gran mayoría de las neoplasias se inician por mutacio- nes o expresiones anormales en genes que cumplen las funciones de proliferación celular, apoptosis, reparación del DNA y envejecimiento celular.1,4,5 Después, con las divisiones celulares sucesivas de esta población tumoral iniciada, se añaden nuevas mutaciones que alteran otras funciones celulares y otorgan nuevos atributos biológicos como: inva- sión, angiogénesis, motilidad celular, adhesividad celular, protección inmunológica y metástasis.6
La afectación de cada función celular varía con el tipo de tumor. La gran mayoría requiere de inicio cuatro a siete mutaciones en genes claves para que se produzca la pro- gresión neoplásica. El ritmo normal de mutaciones y sus mecanismos de reparación, así como las vías hacia la apoptosis, se ven afectados en el cáncer, ya que de forma ha- bitual las células son capaces de reparar la gran mayoría de sus mutaciones. A esta peculiaridad se le denomina fenotipo mutador y es considerado un elemento crucial en la progre- sión de una neoplasia.7 Otros autores consideran que existe una mutación crucial en un solo gen que mantiene la estabi- lidad genotípica y fenotípica de la célula, lo que es el inicio del resto de la cascada de mutaciones. Este gen no ha sido identificado aún. Como se puede evidenciar, existe aún muchos puntos controversiales en el tema de la carcino- génesis, pues quedan escalones pendientes de dilucidar.
Las mutaciones son cambios permanentes en el DNA y pueden ser congénitas o adquiridas. Las congénitas pueden ser hereditarias o inducidas por factores mutagénicos durante el desarrollo embrionario. Las adquiridas son producidas por diversos factores ambientales, destacando los agentes quí- micos, físicos y biológicos,1 que actúan de forma continua durante la vida del individuo; su vez, la adquisición de dichas mutaciones depende de factores endógenos que dan suscep- tibilidad del individuo al cáncer. Algunas mutaciones frecuentes en ciertos tumores se describen en la tabla 1.9-14
Las células cancerosas poseen todo tipo de mutaciones incluyendo las puntuales, que representan la pérdida de un pequeño segmento del DNA causal de un cambio mínimo en la estructura de la proteína codificada pero suficiente en oca- siones para alterar su función. Las mutaciones de estructura son las deleciones o pérdida de un segmento grande del cromosoma, la amplificación donde se repiten varias copias del mismo gen dentro del cromosoma, y la translocación, donde hay intercambio de material genético entre dos cromosomas distintos provocando los llamados genes de fusión.
Otra clase de mutaciones son las aneuploidías, que afectan el número de cromosomas y son un fenómeno típico en mu- chos carcinomas que se considera un fenómeno dinámico de mutación cromosómica asociado a la transformación malig- na, ya que se han encontrado mutaciones en los genes que codifican proteínas reguladoras de la segregación cromosómica y que provocan inestabilidad del material genético durante la mitosis, lo que convierte al fenómeno en una consecuen- cia, no en una causa del cáncer.15
En el proceso de la carcinogénesis las mutaciones se van sucediendo de manera escalonada hasta un punto en el cual la proliferación se hace irreversible. La exposición continua a los agentes carcinógenos provoca variaciones genéticas pro- gresivas en las células susceptibles. La mayoría de los carcinógenos no son activos en su forma inicial, pues requie- ren de una transformación metabólica en el organismo mediada por los citocromos P450, cuya expresión varía en cada individuo. Algunas personas no poseen las enzimas que metabolizan los pro-carcinógenos y esto los protege frente a su efecto mutagénico. Esto explica, en parte, la diferente fre- cuencia de tumores en individuos con el mismo grado de exposición a agentes químicos.16
El estudio de carcinógenos ambientales, ocupacionales y de dieta son grandes perfiles en la investigación para la pre- vención del cáncer.
Proliferación celular
De la misma forma que existen mecanismos normales de estimulación de la proliferación también existe la inhibición. Los mediadores de ambos procesos están regulados de ma- nera fisiológica en los diferentes tejidos. La proliferación excesiva puede producirse de dos formas fundamentales: ya sea aumentando o estimulando los factores proliferativos con la activación de protoncogenes, disminuyendo o bloquean- do los factores inhibitorios con la inactivación de genes supresores. Ambos fenómenos pueden estar presentes en el cáncer.17 Los genes de la estimulación de la proliferación en estado normal inactivo se les llaman protoncogenes y sus ver- siones mutadas se denominan oncogenes.
Existen múltiples mecanismos para la activación de los protoncogenes. Uno, es la mutación puntual. Este es el caso específico del oncogén ras, que resulta ser el más frecuente- mente activado en tumores humanos.18 La proteína ras está implicada en la transmisión de señales de proliferación de la membrana al núcleo y su versión mutada no responde a los mecanismos de regulación, manteniendo a la célula en una constante señal de proliferación.1, 17 Tanto las radiaciones UV como determinados compuestos químicos carcinógenos pueden inducir este tipo de mutación.
Otra mutación que con frecuencia activa oncogenes es la translocación responsable de anomalías en el cariotipo que puede encontrarse en muchas células tumorales. La presencia de estas anomalías fue por mucho tiempo uno de los mayo- res argumentos a favor de la teoría genética del cáncer. Las translocaciones presentes en el linfoma de Burkitt fueron las primeras en ser analizadas molecularmente y el resultado es la activación intensa de c-myc cuyo producto impide a la célula salir del ciclo convirtiéndolas en malignas.19 Otro ejem- plo clásico de translocación es la t(9;22) (q34;q11) llamada cromosoma Filadelfia presente en la leucemia mieloide cró- nica, donde se fusionan una parte truncada del oncogén c-abl situada en el cromosoma 9 con el bcr situada en el cromosoma 22 resultando en una combinación abl-bcr dotada de una fuerte actividad de tipo tirosin-cinasa, que es una proteí- na transductora de señal de división celular, originando la mieloproliferación.20 También la translocación puede afectar genes de la apoptosis y originar linfomas y leucemias.21
La amplificación genética es otra de las mutaciones causantes de activación de oncogenes22 y obedece a la multiplicación en el número de copias de un gen, lo que ex- plica, por ejemplo, la acumulación del producto del gen myc que tiene un potente efecto mitógeno en muchos carcinomas de pulmón, ovario y cuello uterino.23 Otro gen frecuentemente amplificado es el del receptor de factor de crecimiento epidérmico (rEGF), presente en los carcinomas de cabeza y cuello entre otros.24 (véase tabla 1)
La proliferación también puede ser mediada por los llamados mecanismos epigenéticos donde la falta de regu- lación no es causada por mutaciones en oncogenes o genes supresores sino por alteraciones en otros elementos que indirectamente afectan la función de las proteínas reguladoras. Este es el caso de la pérdida de la neurofibromina (producto del gen NF-1) en la neurofibromatosis, donde se describe la aparición de schwanomas malignos, produc- to de la ausencia de esta proteína implicada en las vías de regulación negativa de la transducción de señales pro- liferativas. La p21ras intacta es activada por la ausencia de esta proteína endógena que condiciona desinhibición de la cascada proliferativa. Otro mecanismo epigenético es cau- sado por proteínas virales como la neutralización de la p53 y la RB por oncoproteínas virales E7 y E8 de los papiloma virus tipo 16 y 18, causales del cáncer de cuello uterino.25 También Helycobacter pylori puede provocar linfoma gás- trico de bajo grado (tipo MALT) sin mutación alguna. En respuesta a la presencia de Helycobacter los linfocitos T segregan citocinas estimulantes de la proliferación de linfocitos B, que se multiplican provocando linfoma de bajo grado. La simple erradicación de la bacteria con antibióticos es capaz de provocar regresión de la enfermedad e incluso curación.26
Los fármacos antiproliferativos convencionales actúan “sa- boteando” de alguna manera la división celular, ya sea por alquilación del ADN o por mecanismos de bloqueo competi- tivo, perjudicando también a las células normales. La inactivación de genes supresores o también llamados antioncogenes, se produce por deleción o por cualquier otro mecanismo que inactive su función. Los genes supresores son recesivos en su mayoría, por lo que deben afectarse ambos alelos para causar una alteración importante en su función reguladora. Estos genes intervienen frenando, de alguna ma- nera, el ciclo celular.27 El más estudiado es el RB-1 o antioncogén del retinoblastoma, que codifica una fosfoproteína nuclear capaz de bloquear la progresión del ciclo celular en fase G1 gracias a su capacidad de bloquear los factores de trascripción E2F importantes para la replicación del ADN. La mutación en ambos alelos es causa de retinoblastoma y de tumores osteosarcomas y sarcomas de partes blan- das. Muchas de estas mutaciones pueden ser adquiridas de forma hereditaria con transmisión de tipo autosómico domi- nante.28 Otros oncogenes y genes supresores son también responsables de síndromes hereditarios de predisposi- ción al cáncer29-35 (véase tabla 2).
La inactivación del gen supresor p53 es un dato frecuente en muchos tumores. Este gen ha sido estudiado por sus fun- ciones de regulación del ciclo celular, reparación del ADN y apoptosis.1,36 Los mecanismos de alteración de la función reguladora pueden ser muy distintos según la neoplasia es- tudiada. En el caso clásico del síndrome de Li-Fraumeni el individuo nace con una mutación constitucional hereditaria de un alelo y el segundo es inactivado frecuentemente por una deleción.31 También hay gran variedad de mutaciones pun- tuales sobre el p53 que generan un sinnúmero de formas mutantes de esta proteína que se encuentran en forma trunca- da o que en muchas ocasiones sólo difieren de la forma silvestre (wild type) en un solo aminoácido. El tipo de mu- tación depende del agente carcinógeno que actúa sobre las células en que se han encontrado mutaciones diferentes del p53 en células de un mismo tumor, como ha sucedido con los carcinomas de cabeza y cuello.37 Otra forma especial de inactivación de la p53 es la “mutación dominante negativa”, donde la afectación de un alelo produce una proteína abe- rrante que forma un complejo con la forma producida por el alelo normal (wild type) y la inactiva, adoptando la confor- mación de la forma mutante.38
El gen mdm-2, cuyo producto es la proteína p90, es un regulador endógeno de la p53 y se encuentra sobrexpresado en muchos tumores humanos como los osteosarcomas, sar- comas de partes blandas y glioblastomas, donde la actividad de la p53 está bloqueada. De esta forma, la sobrexpresión de un ligando endógeno de la p53 intacta, inactiva su función normal.39 Por último, así como los mecanismos epigenéticos, la p53 también puede inactivarse formando complejos con oncoproteínas virales como las del VPH.25, 40
Otro gen recientemente descrito parece cumplir funciones simultáneas en la proliferación y muerte celular normal. Se trata de salvador, que podría estar involucrado en algún pro- ceso de la carcinogénesis.41
Apoptosis
Apoptosis es un término introducido en 1980 por Wyllie, Kerr y Curri que representa la muerte celular programada.42 Es un vocablo griego que significa la caída de las hojas de un árbol o de los pétalos de una flor. Difiere de la necrosis en dos as- pectos fundamentales: 1) es un proceso activo que requiere de síntesis proteica y consumo de energía, y 2) es un meca- nismo fisiológico inherente al desarrollo celular.1,43
En los últimos años la apoptosis ha atraído la atención de muchos investigadores por su participación en el ori- gen de muchas enfermedades de tipo autoinmune, infecciones virales (incluyendo SIDA) y algunos tipos de cáncer. Se re- gula genéticamente y constituye un mecanismo fisiológico utilizado por el organismo para producir a conveniencia célu- las muertas.44, 45 Gracias al estudio de los genes del cáncer se han descubierto muchas vías normales de crecimiento y muerte celular.
Existen dos vías apoptóticas fundamentales: 1) la extrínseca mediada por receptores de membrana de superficie como el de citocinas FasL y el resto de la familia de las factores de necrosis tumoral (TNF), y 2) una intrínseca mediada por las mitocondrias que liberan citocromo c, flavoproteínas induc- toras de la apoptosis y activadores de las caspasas (enzimas que inician la autodestrucción celular).46, 47 Las vías apoptóticas se regulan por medio de los productos de determinados genes que rigen el destino de la célula. Estos genes pueden sufrir muta- ciones y originar desequilibrio en los mecanismos de muer- te celular programada.
Existe una gran familia de genes cuyos productos partici- pan de alguna manera en la muerte celular programada. Los genes que estimulan la apoptosis actúan como genes supre- sores o antioncogenes, mientras que aquellos que la inhiben se consideran protoncogenes.46, 47 La familia de genes Bcl-2 codifica inhibidores de la apoptosis. La sobrexpresión de bcl- 2, producto bloqueador de la apoptosis, es resultado de la translocación t(14;18) (q32;q21) en los linfomas foliculares y en la leucemia linfática crónica, que convierte a los linfo- citos en “inmortales” y su acumulación excesiva genera la enfermedad.10 Sin embargo, puede ocurrir lo contrario, un bloqueo de los inductores de la apoptosis que sucede con la su- presión de la función de genes como el bax, bag y el p53. 48, 49
Un gen supresor de tumor que ha llamado la atención en los últimos años por su participación en la apoptosis es el p53 y cuando muta en tumores humanos (pulmón, mama, colon, vejiga entre otros), la célula maligna adquiere un comporta- miento biológico particularmente agresivo.50, 51 El p53 normal se expresa cuando la célula es dañada por sustancias químicas mutágenas o radiación, frenando a la célula en la fase presintética del ciclo (G1) para dar tiempo a la acción de los mecanismos reparadores del ADN e induce la transcrip- ción de enzimas reparadoras del ácido. En la célula mutada, si el daño no es reparado, p53 induce la apoptosis incrementando la transcripción del gen bax. Si el p53 no funciona la célula mutada no muere y continúa dividiéndo- se y las células hijas nuevas siguen adquiriendo mutaciones que les proporcionan nuevos atributos de malignidad.1, 36, 52
Desde hace poco tiempo, un nuevo gen llamado survivin, que se sitúa en la interfase entre la apoptosis y la prolifera- ción, se ha expresado en la mayoría de los cánceres humanos y no en los tejidos normales. El estudio de esta molécula po- dría revelar nuevas vías de control en el origen de las neoplasias.53
El factor de transcripción E2F1 se involucra tanto en el ci- clo celular como en la apoptosis, dos procesos que parecen estar íntimamente relacionados. Este podría ser el punto en que, en dependencia de la disponibilidad de estímulos pro- cedentes de las cascadas de señales, se decide el destino de la célula.54
En resumen, las mutaciones en los genes involucrados en la muerte celular programada provocan la inmortalización y permiten que la célula se divida indefinidamente a pesar de las continuas mutaciones que se trasmiten de generación en generación, lo que origina la enfermedad neoproliferativa.
Reparación del ADN
La exposición del ADN a agentes carcinógenos puede ser dañino y se manifiesta en mutaciones que son habitualmente reparadas por enzimas pertenecientes a sistemas biológicos intrínsecos de la célula. Cuando los mecanismos fallan las mutaciones persisten y se transmiten a las células hijas, lo que origina diferentes enfermedades, entre ellas el cáncer.1, 6, 7 Debido a la disección molecular de algunas neoplasias se ha logrado identificar genes responsables de la reparación del ADN y de mantener la estabilidad genómica. Las mutaciones son el origen de condiciones que predisponen al cáncer. Re- velar los genes implicados en trastornos de la reparación del ADN ha sido difícil; la determinación de sus funciones fisio- lógicas normales, así como su papel específico en la oncogenesis ha resultado complicado.12, 55, 56 Existe eviden- cia clínica y experimental que prueba el comportamiento de estos genes como supresores o antioncogenes, cuyas mutacio- nes pueden ser hereditarias, como es el caso de la xeroderma pigmentosa, donde el individuo padece, desde etapas tempranas de vida, cánceres múltiples en la piel debido a la incapacidad de reparar el daño producido en el ADN por las radiaciones ultravioletas de los rayos solares, como resul- tado de la transmisión hereditaria de una copia defectuosa de los genes implicados en la reparación del ADN. Los fenóme- nos moleculares en la inducción del cáncer de la piel por las radiaciones solares están siendo investigados intensamente, y en trabajos recientes se ha señalado el papel de la p53 en la carcinogénesis cutánea.57 La afectación de los genes XPA y XPD es responsable de la acumulación temprana de muta- ciones en las células de la piel de los individuos con xeroderma pigmentosa, aunque también se han visto tumores en órganos internos en el modelo animal con XPA mutante.58, 59, 60
Otros tumores del colon con carácter hereditario poseen copias defectuosas de genes reparadores. Este es el caso de los genes MLH1, MSH2 y MSH6, responsables del cáncer colorrectal hereditario sin poliposis (síndrome con transmi- sión autosómico dominante con alta penetrancia y el BRCA-1 y 2 que predisponen al cáncer de mama).58, 61 La capacidad de reparar lesiones en el material genético es diferente en cada individuo, lo que hace a unos más susceptibles al cáncer que a otros. La eficacia de este sistema es una de las razones por las cuales el cáncer no aparece en etapas tempranas de la vida y tienen que pasar varias décadas para que la acumulación de mutaciones logre generar un tumor en los tejidos expuestos a carcinógenos. El conocimiento profundo de estos sistemas de reparación puede servir para establecer pautas potenciales en la prevención del cáncer.62
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