El tratamiento convencional es aquel cuya eficacia ha sido probada en ensayos clínicos, por lo tanto es el que funciona basado en conocimientos científicos de la medicina. Los tratamientos alternativos son, en general, un apoyo a la condición nutricional y psicológica
del paciente, y se recomiendan siempre y cuando el tratamiento convencional se esté utilizando o haya terminado.
Algunos tratamientos convencionales fueron alternativos tiempo atrás y una vez que han pasado la prueba del rigor de los ensayos clínicos se han convertido en convencionales.
La mayoría de los tratamientos alternativos para el cáncer se venden como nutrientes, reconstituyentes o inmunoestimulantes, ya que su efecto sobre el cáncer no está bien establecido. Generalmente en el envase aparece una leyenda en letra pequeña que dice “el consumo de este producto es responsabilidad de quien lo recomienda y de quien lo consume”, es decir, sus fabricantes no se hacen responsables de las
reacciones de estos productos. Por suerte, la gran mayoría de estos productos no presentan toxicidad significativa.